Warisata, educación, economía y política de la escuela-ayllu: la escuela sin horarios, ni exámenes: qué relación hay entre la educación finlandesa de primer mundo con la escuela del altiplano boliviano de los años 30
Estudiantes de la Escuela-Ayllu de Warisata trasladando material de construcción (1939) |
Ante ustedes la Escuela de Warisata, Bolivia (1931-1940),
quiero hablar aquí sobre la significación educativa de este proyecto, entendiendo
por educativo no sólo lo didáctico o lo instrumental del trabajo escolar, sino
como las bases filosóficas o teóricas de la propuesta, que tienen que ver con
lo económico y lo político. Son estas bases las que hacen de Warisata un tipo
de escuela que no se ha vuelto a repetir en Bolivia y tal vez tampoco en el
mundo.
Para comenzar, la escuela de Warisata se basa
en la necesidad de liberación de un pueblo empobrecido y explotado, como era el
de las comunidades indias de ese momento. La lógica fue que la escuela funcione
como motor de esa liberación, a través de su dimensión económica más que de su
dimensión educativa. Lo educativo viene a ser un complemento a lo económico. Se logró que la escuela trabaje
en la producción agrícola y ganadera, como corresponde al medio en que se encuentra,
es decir el altiplano, insertándose de esta manera de forma natural en la vida
de los pobladores.
Se constituyó así un trabajo cooperativo entre
los padres de familia de los estudiantes y como paso siguiente se organizó un
cuerpo directivo de la escuela que fue compuesto no sólo por los padres de
familia sino por las autoridades comunitarias mismas, jilacatas o mallkus, lo
que daba a este cuerpo, llamado “Parlamento Amauta”, una autoridad política, no
sólo ya de la escuela, sino de la comunidad (Escuela-Ayllu).
En cuanto a lo netamente educativo, la escuela
planteó el aprendizaje en la práctica, como lo dice el mismo Elizardo Pérez en
el “Reglamento de Educación Indigenal”, el aprendizaje manual al estilo
“sloyd”. Es interesante saber que este método “sloyd” de aprendizaje
mediante trabajo manual nació en Finlandia, promovido por el fines Uno Cygnaeus
quien es considerado el padre de la educación en Finlandia; este país, como se
sabe, hoy tiene uno de los mejores sistemas educativos reconocido a nivel
mundial.
En la escuela, por sus características de
imbricación total con la vida comunitaria, no existían vacaciones, ni horarios,
ni exámenes.
En cuanto a los valores que propugnaba esta
escuela, quedan declarados en el Reglamento antes citado de esta manera: “La
base filosófica de la Escuela Campesina radica en el esfuerzo, lo que debe
entenderse en el sentido de impulsar
la voluntad infantil a la realización de grandes empresas que requieren sobre
todo tenacidad, abnegación, energía y desinterés, de suerte que la falta de
recursos sea superada por el denodado ímpetu constructivo del hombre.”
Estos valores así expresados tienen relación
con una propuesta de vida austera, seria, y sobre todo comprometida. Como
dijimos antes, el propósito de la escuela es la liberación de unas condiciones
de sometimiento y de pobreza, esto implicaba una lucha contra dueños de
hacienda, autoridades de gobierno y hasta incluso la Iglesia; los valores que
aquí se proponen son los precisos para tener éxito en esa empresa. El esfuerzo,
la tenacidad, y la energía, nos hablan de la fuerza necesaria para la lucha; la
abnegación y el desinterés nos hablan del reconocimiento del sitio que ocupa el
ser humano dentro de la sociedad, donde sabe que él no es nada sin el conjunto
de la comunidad, que finalmente su definición como persona la recibe de los demás.
Los valores tendían a que los niños crecieran pensando en ampliar sus límites
más allá de su comunidad, al ver que fruto de sus propias manos se levantaban
edificios, casas, se cosechaba productos, se fabricaban sillas y mesas, los
niños deberían procurar siempre la superación,
“pensar en grande”, confiando siempre en el trabajo comunitario y en su
energía para dar inicio a la construcción de sus ideales. Si bien las prácticas
ancestrales como el ayni y la minka fueron esenciales para que el trabajo
comunitario se hiciera posible, tampoco se puede decir que tales prácticas y
formas de vida sean inherentes, innatas y hasta genéticas del grupo social, y
por tanto dar por hecho que esas formas de relacionarse siempre estarán
presentes “por los siglos de los siglos”; como toda práctica social esta puede
perderse, transformarse o fortalecerse, todo depende de la decisión consciente
del grupo humano sobre sus formas de convivir, en el caso de la Escuela de
Warisata por tanto, habría que dar mayor mérito a la decisión de los comunarios,
de entonces, de llevar adelante un trabajo comunitario y no sobreestimar el
componente ancestral o tradicional de esas prácticas.
Estas ideas comunitarias lograron en los
escasos 9 años en que funcionó la escuela avances importantes: se construyeron
enormes edificaciones (aún hoy de pie), se dotó del mobiliario necesario, se
trabajó sembradíos, se mejoró el ganado, se alfabetizó, se mejoró las
condiciones de vida de la gente introduciendo conceptos de higiene, con lo que
se recaudaba de la actividad agrícola se pudo sostener a varios alumnos
internos en la escuela, se propició que los comunarios defiendan sus intereses
frente a los patrones de haciendas; y en cuanto a su legado, se conoció de esta
iniciativa en gran parte de los países de América y sus ideas se replicaron de
acuerdo a la realidad de cada país, a nivel nacional también surgieron escuelas
con la misma metodología.
Volviendo a lo político, sin embargo, era
notorio incluso para los fundadores, que este tipo de proyectos no podía tener
una vida larga por el mismo carácter anti-sistema que tenía. Una de las razones
que siempre se arguyen para este destino fatal, la dice Guillermo Lora (Partido
Obrero Revolucionario) entre otros: el sistema no se puede cambiar desde la
escuela, es al contrario, un sistema nuevo crea nuevas escuelas. Dejo anotado
que aunque este razonamiento es atendible también puede ser debatido.
Lo que parece cierto es que al leer sobre la
historia de Warisata y compararla con el estado actual del sistema educativo
boliviano, no podemos menos que desear que algo de ese espíritu se haya
derramado sobre nuestro sistema educativo. El atractivo de Warisata reside en
su espíritu de lucha y deseo de cambio basado en un compromiso social, ideas
muy simples, pero muy difíciles de poner en marcha, por eso es que esos 9 años
de Warisata son tan admirados.
El sistema educativo boliviano, y el de la
mayoría de los países, actualmente no tienen en su génesis nada que ver con un deseo de
liberación de las condiciones sociales opresivas, no tiene nada que ver con la
realidad de la vida social de la comunidad; el sistema educativo es más un
espacio y tiempo aislado de la realidad (muy parecido a las prisiones), donde
los niños se desconectan del mundo; además este aislamiento parece más propio de
una guardería que cumpliría la función principal de lugar donde los padres de
familia pueden dejar a sus hijos mientras ellos trabajan. Es en esta realidad
donde son necesarios los horarios y las vacaciones.
Al niño actualmente se lo trata de llevar más
al contacto con la naturaleza y las ciencias, es decir que conozca las plantas y los animales, que
sepa de matemáticas, que por el contrario tratar de llevarlo al contacto con su propia realidad social. Como
resultado, la escuela actual produce individuos que desconocen su realidad, que
han aprendido a vivir aislados, a no formar comunidad, que salen a la vida con
un título que teóricamente les ayudaría a conseguir un trabajo, mismo que en
muchos casos, en la realidad, no podrán encontrar, y cuando lo encuentren se
enfrentaran con una realidad que los explotará, los someterá, a través de
salarios insuficientes y horas extras no remuneradas. Pero para mayor desgracia
suya, como de niño fue educado con los valores de la aceptación, de la paz, del
juego, de la imaginación, del auto-conocimiento, valores que propugnan las nuevas
legislaciones educativas; ante esa realidad agresiva su respuesta será de
aceptación, de no violencia, escapar de la realidad a través del juego, de la
imaginación y centrar su mirada en sí mismo, pensando tal vez que la culpa de
su situación sea él mismo y no de los poderes económicos y políticos que
dominan en su país.
Cabría retomar los valores de Warisata,
aplicados a partir de una lectura adecuada de nuestra realidad social y
transformar nuestro sistema educativo para que nos lleve a mejorar nuestras
condiciones económicas y políticas.
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