¿CÓMO PRETENDEN MANTENER LA CUARENTENA, DE AQUÍ A 15 DÍAS CUANDO SE ACABEN NUESTROS AHORROS?
Es evidente que mucha gente en las ciudades de Latinoamérica (tengo conocimiento de lo que está pasando en ciudades de Bolivia y en Guayaquil, Ecuador), no están acatando la cuarentena total que ha sido dispuesta por los respectivos gobiernos. Ante está situación la opinión pública, que se puede leer en los medios de comunicación o en las redes sociales, muy fácilmente tilda de ignorantes e irresponsables a esos sectores sociales que incumplen la medida contra el coronavirus.
Sin embargo, detrás de este fenómeno de rebeldía ante la norma, está la realidad económica que viven esos sectores sociales. La mayoría de las personas de esos barrios populares que desacatan las medidas gubernamentales, desarrollan una actividad económica informal, es decir viven de lo que ganan al día. Estas personas normalmente no llegan a ganar el salario mínimo, trabajan más de ocho horas diarias y no tienen seguro médico, entre otras características de desventaja frente a los que sí tienen un empleo adecuado.
Esta población económicamente activa que se encuentra en el sector informal de la economía puede constituir fácilmente el 60% de esa población económicamente activa. Estamos hablando de la mayoría de nuestra población en países como Ecuador o Bolivia.
Ahora bien, las cuarentenas que se han dictado al parecer durarán hasta fines de marzo, es decir durarán 15 o 20 días según el caso; pero, nadie sabe si no será necesario alargar la cuarentena ya que podría seguir aumentado el número de contagiados. Miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), han dicho que en realidad el pico de la pandemia se dará a finales de mayo o en junio.
Ante está situación llama la atención que los gobiernos no se hayan pronunciado a respecto de cómo piensan que la gran mayoría de la población pueda soportar 15 o 20 días, o en un caso probable, 60 días sin actividad económica. Parece que el miedo ha paralizado el pensamiento y la consideración del futuro. Es obvio que la población sólo podrá seguir una cuarentena hasta donde le den sus ahorros, que en el caso del sector informal, seguramente será un tiempo muy corto. En este dilema es donde podemos encontrar respuestas al desacato de las medidas por parte de la población.
¿Cómo piensan los gobiernos que podrán hacer cumplir esta cuarentena cuando se acaben los ahorros de las personas? Ya tenemos un indicio, será con el uso de la fuerza. Hay muchos videos que están circulando por las redes de situaciones en que policías y militares golpean, amedrentan, violentan de diversas formas a la gente, para hacer cumplir la cuarentena. Si los gobiernos piensan que esa es la respuesta para la pandemia obviamente están equivocados. La población decidirá en contra de las normas, pese a la violencia de las fuerzas de seguridad, con toda seguridad, porque su elección será o morirse de hambre o morirse de coronavirus. A este punto orillarán a la gente las medidas mal tomadas de los gobiernos.
El problema está en la forma de los gobiernos de encarar la crisis. Desde el principio se la encaró desde el miedo, al miedo natural a una enfermedad, se le sumo el miedo alentado desde el gobierno y sus funcionarios, que fue amplificado por los medios de comunicación. Se habló de la pandemia como una “guerra”, se utilizó un lenguaje bélico constante, refrendado por la presencia de las tropas en las calles. Se tomó medidas apresuradas sin medir las condiciones económicas del país y de los ciudadanos, sin pensar si esas medidas serían sostenibles y en muchos casos siquiera si el Estado tiene la capacidad de implementarlas.
Nuestra condición no es la misma que la de Europa o Estados Unidos, en nuestros países debemos de pensar que la gente no puede soportar una cuarentena larga y que por tanto es ineludible que el Estado se ocupe del sostenimiento de esas familias; sufragar su alimentación y los servicios básicos. Pese a la crisis de la pandemia, el Estado no puede condenar a ese 60% de la población a quedarse sin ahorros, porque es el Estado quien debe de velar por el bienestar de los ciudadanos. El contrato que se establece entre el ciudadano y el Estado, obliga al ciudadano a cumplir leyes, a respetar la propiedad, cuando muchas veces esa conducta de sometimiento del ciudadano lo posterga en la pobreza; y cuando acontece una situación de crisis, lo mínimo que se puede pedir al Estado es que dé la cara por el pueblo, que toda la vida con su trabajo sostiene a ese Estado. Un gobierno no tiene ninguna legitimidad de pedir este tipo de sacrificio al pueblo, por más que se ampare en el “bien común” porque el que es responsable por el bien común es el Estado, no los ciudadanos. Los gobiernos no se pueden lavar las manos ante la crisis y pasarle el “muerto” al ciudadano.
Puede ser, también, que el Estado no esté, enteramente, en la capacidad de asumir esa cuenta, pero entonces debería de tener una alternativa a la crisis. Seguramente esa alternativa debiera de surgir de los Ministerios de Salud, pero para ello hubiera sido necesario que haya una inversión fuerte para realizar estudios y preparar las respuestas ante escenarios de epidemias como esta. Obviamente en nuestros Ministerios de Salud no hay esas respuestas, los funcionarios hacen lo de siempre “copiar” y “pegar” las medidas de otros países o seguir las directrices de la OMS. Y sin embargo, es responsabilidad del gobierno de brindar una alternativa de solución a la crisis.
El escenario es difícil pero no es el inicio de un descalabro definitivo de nuestros países, al contrario es un escenario propicio para que la población reclame con fuerza la atención del Estado prioritariamente a la salud, no sería descabellado pensar que luego de pasada la pandemia, se generará un movimiento ciudadano que exija que se declare a la atención de salud como pública y se anule la medicina privada, que se la considere un servicio esencial para la nación, como el servicio de agua potable, la salud no puede ser privada. Por tanto, que los recursos que se asignen a salud sean multiplicados con respecto a lo que sucede ahora. La estatización de la salud es una respuesta necesaria a la salida de esta crisis. Quién puede argumentar que la medicina privada ha respondido adecuadamente para resolver el problema en este momento.
Finalmente, si es que la respuesta de los gobiernos en los próximos días no se vuelve seria y nos indica cómo pretenden que siga una cuarentena cuando el pueblo no tiene las posibilidades materiales para cumplirla, entonces se hará necesario un levantamiento popular masivo que cambie al gobierno por uno que sea capaz de responder a las necesidades del pueblo.
Como dice Foucault el poder se ejerce no solo desde los gobiernos, esta en todas partes, el logró máximo del poder es que uno mismo se domine, se reprima. Con el miedo al coronavirus han logrado que nosotros mismos no cuestionemos las políticas del gobierno, que nos callemos los unos a los otros, en espera de no se sabe qué resolución milagrosa del problema, tal vez por eso las autoridades invocan tanto a Dios. No debemos de dejarnos engañar, adormecer por estas maniobras. El problema es serio, pero hay que mirarlo de frente, analizarlo con frialdad y pensar una respuesta adecuada; no una cuarentena que se parece a la táctica del avestruz que mete la cabeza en la tierra y espera a que pase el peligro. Ojalá no sea así, pero es probable que el peligro no se vaya cuando pasen los 15 o 20 días. Debemos de pensar qué vamos a hacer cuando llegue ese momento, urge.
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