HACIA UNA HISTORIA COMPARADA DE SECULARIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA / ELISA CÁRDENAS
Una vez que se produjo la independencia de las naciones de América Latina en el siglo XIX, todas ellas atravesaron por procesos que definieron campos separados entre el Estado y la Iglesia, rompiendo la unidad que existía en la época colonial entre Estado y religión. Este proceso fue amplio y abarcó desde lo institucional hasta las relaciones individuales de conciencia con la religión, todo en un marco de las ideas liberales que exigían esta separación y que propugnaban una modernidad acorde a la nueva realidad política, este proceso complejo se estudia desde la historia como la secularización.
Para Cárdenas (2007, p.198) se dio un proceso de: “afirmación en Occidente de los estados modernos y su prurito de dotar de una racionalidad "ilustrada'' al ejercicio del poder estatal, alejándolo del llamado poder "espiritual", pero también con el nacimiento de las "libertades modernas"”.
Si bien para la historia el estudio de la Iglesia y su nueva relación con el Estado laico no es algo nuevo, sí muchas veces este estudio fue hecho sin relacionar ambos campos: lo estatal y lo religioso, sino más bien haciendo un enfoque en los cambios institucionales de la misma Iglesia. La autor propone una historia de la secularización donde se vea al proceso como parte del proceso político de creación del Estado y la nación en el siglo XIX y XX.
En este sentido, advierte la autora, que la historia de la secularización no debe ser vista como progreso sino como proceso, es decir no se debe tomar a la secularización como el inevitable transcurso de un Estado y una sociedad a la laicidad total, a la separación total y de alguna manera permanente entre Estado e Iglesia, sino como un proceso que respondió a coyunturas ideológicas, políticas que exigían una reconfiguración del ejercicio del poder, quitándole algo al poder espiritual para fortalecer el poder del Estado. Esto no significa que sea un proceso acabado, en muchos casos las actuales relaciones de los Estados, ya no sólo con la Iglesia Católica sino con otras iglesias y religiones, hacen ver que ambas siguen conectadas y que el poder de la religión sigue constituyéndose en un poder político importante.
Sin embargo, esto no quiere decir que no haya habido un proceso de intervención de parte del Estado en los bienes de la Iglesia, o en procesos como el traspaso de funciones como el registro de nacimientos o matrimonios al nuevo registro civil manejado por el Estado, para mencionar algunos cambios que marcaron una diferencia en la vida social de los nuevos países.
Este enfoque de la historia de la secularización permite introducir al panorama político un nuevo actor como la Iglesia que enriquece el análisis y la comprensión de la formación de los Estados y la nación.
Hay que observar en el contexto de algunos países como Bolivia, que además del tema de la Iglesia Católica y de nuevas iglesias protestantes que llegaron posteriormente, sería interesante abordar el tema de la religiosidad aymara o quechua o guaraní, tomando elementos católicos y a la vez introducida en el mismo catolicismo, que fue conformando una religiosidad popular de amplia distribución en el país y que tuvo su repercusión política al mismo tiempo, principalmente desde su utilización simbólica por parte de diferentes gobiernos.
La autora también señala como importante la dimensión de conciencia, como un enfoque necesario para el estudio de la secularización. En ese sentido sería interesante analizar el proceso de modificación que sufrió la doctrina católica después de muchos siglos de contacto con las creencias aymaras, quechuas o guaraníes. Lo que conformaría una nueva forma de relación con lo trascendente en la sociedad boliviana.
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