LA HISTORIA DE BOLIVIA, LA MEMORIA COLECTIVA Y LA IDENTIDAD NACIONAL
La memoria colectiva y la historia, cómo podemos entender ambas cosas. Podríamos decir que es a partir de la memoria que un historiador escribe la historia, pero si lo pensamos bien en realidad los historiadores escriben la historia a partir de documentos, ellos investigan en archivos de instituciones del Estado, principalmente, y a partir de estas investigaciones escriben la historia. Al hacer esto en realidad no están recurriendo a la “memoria” como proceso mental de una persona, si no a testimonios que han quedado registrados en papel. Podría argumentarse que hay veces en que los historiadores recurren a libros o textos en que los protagonistas de la historia, un presidente por ejemplo, han registrado sus “memorias” sobre los eventos en que estuvo involucrado; podría decirse que en este caso el historiador escribe la historia a partir de la memoria de algunas personas. Pero en comparación parece que el peso más grande como fuentes históricas, se la lleva siempre la documentación de archivo.
Muchas veces se ha dicho que los historiadores trabajan para que los gobernantes, que son los representantes de la élites que controlan la economía de los países; por tanto escriben la historia que las clases altas quieren tener. A través de esta historia construida de acuerdo a las necesidades de las elites es que los países construyen su identidad nacional, crean en definitiva la nación.
¿En este sentido qué papel juega la memoria? Hay historiadores como Maurice Halbwachs que le dieron mucha importancia a la memoria como fuente para escribir historia. Halbwachs dice que la memoria de las personas podría ser de dos tipos: la memoria personal o particular y la memoria colectiva. La memoria personal normalmente solo la sabemos cada uno y es difícil de explorar, retener, recordar, según Halbwachs. Este autor, entonces, se enfoca en lo que llama la “memoria colectiva” que sería lo que recordamos, pero no sólo nosotros, sino el grupo humano del que somos parte. Son esos recuerdos que todos dentro de este grupo - que puede ser la familia, el grupo de amigos, etc. - recordamos más o menos de la misma manera, del que tenemos la misma impresión y sacamos las mismas conclusiones.
Un tipo importante de esta “historia colectiva” es la que tenemos como nación, como país, como compatriotas. En esta memoria colectiva está marcada lo que llamamos la “historia de nuestra patria”, “la historia de nuestro país”. Y es importante esta memoria colectiva porque de aquí nace en gran parte la identidad nacional, es decir el sentido de nación de cada uno. Es la responsable de que nos sintamos bolivianos o ecuatorianos, por ejemplo y no de ningún otro país. Es esta memoria la que nos hace relacionarnos como compatriotas con gente que no conocemos personalmente y que probablemente nunca conozcamos, o de la que no sabemos casi nada. Por ejemplo, es por esta identidad nacional generada por esta memoria colectiva que todos apoyamos a la selección nacional de fútbol cuando juega, porque encarnan esa identidad de la que nos sentimos parte. También es la responsable de que sintamos orgullo por nuestros héroes, como Eduardo Abaroa en Bolivia; a quien nadie lo conoció, sabemos poco de él y sin embargo lo consideramos una base para nuestra identidad nacional porque todos lo reconocemos como héroe.
La memoria colectiva como decimos es un factor importante para generar identidad nacional. Ahora bien, cabría preguntarse actualmente ¿qué identidad nacional estamos generando en nuestra memoria colectiva en Bolivia?
Como ejemplo de una forma o un medio para generar memoria colectiva veamos los documentales de Patricio Guzmán. En su documental “Nostalgía de la luz” que habla sobre los desaparecidos de la dictadura de Pinochet en Chile y de los esfuerzos por encontrarlos por parte de sus familiares; es evidente que Guzmán trata de hacer lo que Halbwachs dice que siempre intenta hacer la memoria: mantener todo inmóvil, que esos recuerdos del pasado permanezcan. A Guzmán no le interesa el cambio, es decir el “incesante presente” que dice Borges; más bien le interesa el pasado, como lo declara cuando habla con los astrónomos que investigan el pasado porque las estrellas sólo se pueden estudiar gracias a que su luz llega a nosotros siempre con gran retraso respecto al presente, y porque luego habla con los arqueólogos que también investigan el pasado. A Guzmán le interesa hablar de cosas inamovibles, por eso los paisajes quietos del desierto o de las estrellas; en un momento muestra una pareja de ancianos que está varios segundos inmóvil frente a la cámara sin decir nada, como una metáfora del pasado, el presente que no se mueve. Para Guzmán el pasado no debe moverse, debe recordarse “como fue”. El dolor de la muerte de los desaparecidos, la injusticia, la heroicidad de los que murieron por un Chile mejor, debe todo eso mantenerse inmóvil, casi como un monumento que se debe recordar “tal cual” siempre. Guzmán está intentando construir una memoria colectiva.
Volvamos a Bolivia. En nuestro país hemos tenido dictaduras también con muchos desaparecidos, asesinados y campos de concentración. De la misma manera que en Chile, hemos producido documentales que intentan guardar esa memoria y por tanto construir una memoria colectiva para el país. Una memoria colectiva relacionada a la izquierda, los partidos comunistas o socialistas. En nuestro país esto se refiere a personajes como: Marcelo Quiroga Santa Cruz, Luis Espinal, los asesinados en la calle Harrington del MIR, el mismo Jaime Paz Zamora, los que murieron en la guerrilla de Teoponte, los mismos muertos de la guerrilla de Ñancahuazú y otros. Hay como un panteón de los héroes de la izquierda que de alguna manera se han impuesto es la “memoria colectiva”. Inmediatamente anteriores a estos están los del panteón de la Revolución Nacional del 52: Gualberto Villarroel y Germán Busch.
Tal vez la Revolución del 52 fue más efectiva en generar esta memoria colectiva en función a la nueva identidad nacional mestiza que proponían; mientras que la izquierda se quedo a medias en ese propósito (la razón principal de esto es que nunca llegó a gobernar el país) aunque algo quedó.
Pero ¿qué memoria colectiva estamos construyendo ahora los bolivianos? Y en función de ¿qué identidad nacional lo estamos haciendo? De un tiempo a esta parte se han posicionado algunos elementos, principalmente: la wiphala y Tupak Katari. Pero también está la mujer de pollera (la chola) como símbolo de la nueva identidad nacional. A ellos se puede sumar una pareja: Carlos Palenque y Remedios Loza.
De los actuales candidatos a presidente, cuál es la memoria colectiva a que se remiten cada uno de ellos. Carlos Mesa seguro que se sentirá cómodo con los del panteón de la izquierda, Marcelo Quiroga y el resto. Jeanine Añez, sale de nuestro marco y debe sentirse más cómoda con George Washington seguramente lo mismo que Camacho.
El caso de Mesa es paradigmático porque nos plantea el dilema de conservar la memoria o de cambiar. Cómo hemos de enfrentar el pasado, conservándolo, creando panteones de héroes, es decir monumentos en piedra para que su memoria nunca pase o más bien debemos de mirar hacia el futuro, sacudirnos el pasado de encima y andar por nuevas carreteras que construyamos para que nos lleven a nuevos objetivos. Mesa es un político anquilosado, momificado en gran parte porque aún cree en los viejos paradigmas de la izquierda ya muerta, debe soñar todavía con la Asamblea Popular, cuando al país se lo podía dividir entre izquierda y derecha. No quiere desechar esa memoria y por tanto no es capaz de ver la realidad y los cambios. Bolivia ya no es un país dividido entre la izquierda y la derecha, ahora la polarización está entre la vieja burguesía que se dice blanca, heredera de la blanquitud de los criollos coloniales, es decir los q’aras; contra la emergente burguesía aymara y quechua que reclama el control del Estado y que está construyendo una nueva nación.
Para finalizar diremos que la memoria colectiva trata de que las cosas permanezcan, de conservar los recuerdos, esto es así, pero también es necesario que nos demos cuenta que las cosas cambian, que no somos los mismos de lo que fuimos ayer, que si hoy pensamos una cosa mañana puede ser otra, incluso todo lo contrario porque el ser humano es contradictorio y no es un robot que se programa una sola vez y nunca más cambia. Sin que esto quiera decir que somos unos toqpis y nos vayamos de una cosa a otra como veletas. Pero es bueno que entendamos que tan importante es tener una identidad nacional sólida como mantenernos siempre abiertos al cambio, que no podemos vivir sin recuerdos pero tampoco podemos vivir mirando atrás todo el tiempo.
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