LA QUERELLA DEL EXCEDENTE / ZABALETA
La idea del espacio como espacio nacional tiene su origen en el control vertical de los pisos ecológicos de las civilizaciones aymaras y quechuas, esta idea del espacio nacional se opone a una idea del espacio como región que fue propia de la oligarquía del siglo XIX y XX, que proviene de una mirada colonial sobre el espacio, una mirada del señorío feudal.
En este espacio el excedente es puesto por la producción agrícola de las comunidades aymaras o quechuas. Sin embargo existe el mito de que el excedente sería el dinamizador de la economía, el que propugnaría el desarrollo económico. Por el contrario el excedente ha demostrado ser para Bolivia y otros países de América una ilusión que no se concretó, es el caso de Potosí que produjo mucho excedente durante la época colonial. Pero el desarrollo económico no está ligado a la producción de excedente sino a su aplicación es decir quién puede tener disponible ese excedente.
Las crisis económicas generalmente no son lo suficientemente fuertes para desequilibrar al Estado, más bien el Estado tiene un sistema que lo protege como un sistema de trincheras, donde puede resistir el embate de las crisis económicas, los mismo los sectores populares cuentan con un sistema de protección. En este sentido los cambios sociales no son inmediatos y las superestructuras tienden a conservarse.
En los Estados poscoloniales, el Estado puede ejercer su fuerza sobre la sociedad a través de la dependencia democrática o desde el empate sistémico. Las negociaciones que puede establecer el Estado con la sociedad civil son como enclaves de presencia del Estado.
El caso de la Guerra del Pacífico de 1879 entre Chile, Bolivia y Perú, puede ilustrar como un país con mayor producto interno bruto como era Perú respecto a Chile pierda la guerra. Esto tiene que ver con el concepto de ecuación social. A mayor capacidad de producir políticas de Estado, mayor ecuación social; a mayor disponibilidad del excedente, mayor ecuación social.
En este sentido Bolivia y Perú eran estados aparentes, semicolonias, independencia política pero dependencia económica, no existía posibilidad de producir políticas, no se contaba con la disponibilidad del excedente. Esta diferencia se puede explicar históricamente porque Chile tuvo su momento constitutivo a partir de la construcción de una administración colonial basada en la guerra contra el Arauco y en la construcción de un ejército; en cambio el Perú y Bolivia en la colonia se configuró un Estado en base a la burocracia y la administración de una población indígena que no estaba en guerra permanente contra el Estado colonial.
La revolución de Tupak Amaru y Tupak Katari marca la primera y última posibilidad de construir a la nación antes del advenimiento de la República oligárquica. A partir de este ciclo rebelde se configuran los patrones de relación del Estado con la sociedad civil, en este caso para Bolivia a través del cerco o sitio del Estado por la mayoría aymara y quechua, simbolizado por el cerco de La Paz de Tupak Katari. Son estos los espacios de negociación que se establecen desde ese momento para resolver los empates sistémicos entre sociedad civil y Estado.
Apasa educó a la masa en un sentido de democracia de multitud, de autodeterminación y desacatamiento que se repetirá después de la guerra de los Quince Años, en Belzu, y en todos sus momentos esenciales. El modo agitado del ser de estas masas sitiará al estado que no podrá ser en su rutina sino eso, un estado de sitio (Zabaleta, 1986, p.88).
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