La soberanía primitiva y las proclamas de los municipios en el Distrito Sur durante la crisis de la Gran Colombia de 1826 / Santiago Cabrera
Una vez concluida la dominación española sobre las colonias de América, en especial sobre lo que fuera la Real Audiencia de Quito y el Virreinato de Nueva Granada que conformarían la República de la Gran Colombia, las estructuras políticas que se fueron conformando tuvieron que decidir sobre la representación legítima de la soberanía del pueblo.
Por una parte, esa soberanía quedó representada por los congresistas electos por cada departamento en el Congreso Nacional, sin embargo, las prácticas del antiguo régimen de soberanía popular ejercida en los cabildos municipales no desaparecieron por completo y disputó esta representatividad con el congreso, especialmente en el momento de crisis de la Gran Colombia de 1826 a 1830.
Estas asambleas municipales o cabildos, se legitimaban porque debían ser convocadas por las autoridades mismas nombradas por el gobierno de la Gran Colombia, como los intendentes o autoridades militares y además los representantes del pueblo (normalmente de la élite local) debían ser los que conformaran tales asambleas.
Por un lado, la unidad de las poblaciones del territorio del Distrito sur de la Gran Colombia (hoy Ecuador) no se sustentó sobre la unidad de la Audiencia de Quito, más bien fue el fruto de negociaciones y acuerdos entre las tres provincias del Distrito sur, Cuenca, Guayaquil y Quito.
Si bien el artículo trata de develar estas formas corporativas de conformación de representatividad por fuera de las formalidades legales, normalmente mediadas por el voto popular en elecciones, no reflexiona sobre la conformación de esas asambleas municipales, las cuales como la de Quito se podrían caracterizar como de una élite que se denominada de “Padres de familia”.
Tampoco el artículo hace mención a los intereses económicos de los que finalmente redactan estas proclamas o resoluciones en estas asambleas municipales. Es necesario conocer esas relaciones económicas, entre las los grupos de élite: comerciantes y hacendados, que deben de defender sus intereses promoviendo y dirigiendo estas asambleas desde sus intereses corporativos, con lo que la soberanía primitiva que reclaman se vería interpelada por las limitaciones que les plantea el hecho de ser un sector de intereses económicos concretos que se sobreponen a los intereses populares o nacionales.
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