HISTORIA DE LA CIENCIA EN AMÉRICA LATINA
Tocaremos tres formas o
enfoques con los que se puede estudiar la historia de la ciencia en América
Latina: el enfoque enmarcado en la colonialidad o poscolonialidad que intenta
entender al proceso de circulación de conocimientos como un proceso de resistencia
o de adaptación; el segundo, un enfoque desde Europa en relación a las agendas
o los intereses que guiaron la búsqueda y adquisición de conocimientos en las
regiones de la periferia, relacionándola con intereses políticos, religiosos o
económicos; y el tercer enfoque, es el que se da en el ámbito de las nuevas
repúblicas, donde se hace historia de la ciencia con un afán de demostrar una
adscripción de los nuevos países a la modernidad.
Muchos historiadores
entienden la historia de la ciencia como la necesidad de establecer si es que
la circulación de ideas entre distintos pueblos: indígenas, europeos y
africanos, a través del Atlántico y en el continente americano, se puede
entender como un proceso que puede ser mejor descrito como de adaptación de unas
culturas a otras o de resistencia. Pablo Gómez (2013) dice en su artículo que
la circulación de los conocimientos en el Caribe del siglo XVII fue de
“adaptación competitiva a las circunstancias” (386) y no de “resistencia a las
normas y estructuras sociales y culturales europeas” (386). Si bien el artículo
argumenta cómo el conocimiento sobre medicina y sanaciones de los africanos que
llegaban a Nueva Granada (actual Colombia) en el siglo XVII fue circulando por
América, fue utilizado en la práctica médica no sólo por los grupos africanos
sino por los europeos también, cómo estos curanderos aprendieron prácticas
médicas en hospitales y farmacias de los españoles, así como conocieron los
usos terapéuticos de plantas locales; esto podría decirse también del conocimiento
médico europeo y del conocimiento de los pueblos indígenas que también tomaron
conocimientos médicos de indígenas y africanos. Es decir todo conocimiento
humano sin importar su proveniencia circula y circuló en el siglo XVII en
América, pero entonces a qué viene esta necesidad de determinar si esta
circulación de conocimientos implicó resistencia o adaptación de una cultura a
otra.
Se entendería que esta
última cuestión tiene que ver más con un enfoque político de la historia de la
ciencia dentro de un proceso de colonialidad o descolonialidad si se quiere.
Existen culturas que fueron subalternizadas por culturas dominantes en la época
colonial. Por tanto, dentro de esa lucha de pueblos, característicamente el
pueblo indígena o el pueblo afrodescendiente contra la dominación europea, se
pretende definir si esta lucha se resuelve por la resistencia del subalterno o
por su adaptación. En este sentido el concepto de circulación y apropiación de
conocimientos de unas culturas por otras, en todas las direcciones da una
caracterización del periodo lo suficientemente argumentada y explicada para
considerarse como correcta; mientras que el definir actos de resistencia o
adaptación caen más bien dentro de enfoques políticos porque entran dentro de
un esquema de luchas coloniales.
El segundo enfoque desde
la mirada europea, tiene que ver con las agencias o los intereses de la
exploración científica y cómo estos intereses afectan a la investigación científica
misma. Harris (2011) estudia las corporaciones porque entiende que estas no
buscan “conocimiento científico desinteresado” (65) si no aquel que era de “uso
directo en sus operaciones internas” (66) en este sentido explora esos
mecanismos por los que diferente tipo de instituciones como: la Compañía de las
Indias Orientales, la Compañía de Jesús o la Casa de contratación, llevan a
cabo labores científicas, exploración geográfica, botánica y otras para sus
propios fines. La dimensión macro que se trabaja aquí nos hace ver la
investigación científica como parte de un entramado de agencias económicas y
comerciales que posteriormente serán importantes para la denominada revolución
científica en los siglos XVII y XVIII, la era de los inventos y los
descubrimientos. En este sentido América Latina y otras regiones periféricas,
son vistas como el sitio para la recogida de datos que alimenten una
investigación hecha primordialmente en Europa.
A esto hay que añadir el
enfoque de Livingstone que nos hace recuerdo de que esos datos que los
estudiosos europeos pedían, no sólo que requerían de un adiestramiento del
personal que utilizaría instrumentos de medición por ejemplo, sino que muchas
veces la necesidad de datos precisos y acordes con la realidad de las tierras
lejanas no era cumplida. No solamente por deficiencias en el manejo de equipos
o por no conocer ciertas metodologías, sino por los mismos intereses, que
Harris (2011) señala en su estudio de las corporaciones, que tienen que
distorsionar ciertos datos para salvaguardar sus intereses. Livingstone (2003)
señala que “Cuando Colón y sus sucesores cartográficos empezaron la tarea de
reducir el nuevo mundo a mapas, efectivamente disolvieron la geografía local de
los pueblos nativos” (155) es decir que en muchos casos los nuevos mapas no
señalaban a propósito los lugares de emplazamiento de poblados indígenas para
dar la impresión a los europeos de que la tierra estaba vacía y lista para
colonizar.
Harris (2011) nos muestra
una historia de lo macro para entender el involucramiento de lo económico y
comercial en la investigación científica y Livingstone (2003) nos alerta de que
esos datos que los europeos recogían de la periferia no siempre se apegaban a
una rigurosidad en su recogida y comunicación precisamente por esos interese
económicos, comerciales y políticos.
Finalmente, y ya entrando
a la época republicana de las naciones latinoamericanas, se puede ver como en
muchos casos la construcción de la identidad nacional requiere de la
adscripción del nuevo Estado a los paradigmas europeos de la modernidad. La
ciencia viene asimilada al concepto de modernidad por lo que se debe de
construir una historia de la ciencia que se equipare a la historia de la
ciencia que se hace en Europa. Este deseo de inclusión a la modernidad europea,
modela o construye un tipo de historia de la ciencia que no es exclusiva de los
países latinoamericanos si no que también se dio en España como indica Pimentel
y Pardo-Tomás (2017) cuando indican que la historia de la ciencia en España se
trata de la “apropiación de la categoría de revolución científica”(134), este
intento de apropiación de la revolución científica y de la modernidad es un
camino que también ha recorrido la historia de la ciencia en América Latina.
Bibliografía
Gómez, Pablo. (2013) “The
Circulation of Bodily Knowledge in the Seventeenth-century Black Spanish
Caribbean”, Social History of Medicine
26:3: 383-402.
Harris, Steven J.. (2011) “Long-Distance
Corporations, Big Sciences, and the Geography of Knowledge”, en The Postcolonial Science and Technology
Studies Reader, ed. Sandra Harding, pp. 61-83. Durham: Duke University
Press.
Livingstone, David. (2003)
“Circulation: Movements of Science”, en D. Livingstone, Putting Science in Its Place: Geographies of Scientific Knowledge,
pp. 135-178. Chicago: University of Chicago Press.
Pimentel,
Juan y Pardo-Tomás, José. (2017) “And Yet,
We Were Modern: The Paradoxes of Iberian Science after the Grand Narratives”, History of Science 55:2: 133-147.
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