LOS FACEBOOKEROS, LOS NUEVOS FLANEUR DE LA ÉPOCA DEL CORONAVIRUS



En estos días, en las redes sociales, en Facebook, Twitter o You Tube, uno puede encontrar los discursos que intentan reflejar lo que pasa en Bolivia en esta época del coronavirus. Por un lado, están los que representan a la Bolivia que todavía “no entiende” cómo fue posible que un “indio”, Evo Morales[1], haya llegado a ser presidente. Y ahora que han vuelto al poder, desdeñan a todo aquel que represente lo “indio”. Por otro lado, están las voces de aquellos que, algunos reivindicando y otros sin reivindicar a Morales, presentan un discurso nuevo, los jóvenes aymaras y quechuas[2].

Para los nuevos colonialistas bolivianos, se ha abierto una brecha entre las dos Bolivias, dice Fercho Flores Zambrana (2020), un ciudadano, dirigiéndose a Evo Morales, a través de su cuenta en Facebook: “esta guerra en la que nuestros hermanos por culpa tuya están en el bando contrario”, estos “hermanos” serían los aymaras y quechuas, a quienes en otra parte llaman “indígenas” o “campesinos”. Este bando colonialista se alinea con Estados Unidos, al que califican de imperio, sigue Flores: “desafiaste al imperio como si las águilas cazaran moscas”. Políticamente ataca a todo lo que sea socialista, adjetivan: “la maltrecha Cuba”, “tecnología china de quinta”, “circo neoestalinista del sur y centro América”, “la parálisis mental de proclamarte izquierdista” (dicho a Morales). Por último, se quejan: “nos atemorizaste, nos humillaste”.

También hay algunos que entienden que lo que se debe cuestionar no es a Morales en sí, si no a la ideología que este representaba, a decir de ellos: “el indianismo”. Franco Gamboa Rocabado[3] (2020) dice que el indianismo ya no es una forma de comprender los problemas de la identidad colectiva boliviana. Entienden que el indianismo busca “preservar el legado del imperio de los Incas” y que rechaza “todas las metas normativas del mundo occidental”. Se dice que el indianismo “no ha liberado nada ni a nadie”, que solo fue un intento de “crítica ideológica”. De Morales dicen que “instrumentalizó el indianismo” para justificar su ejercicio del poder. Acusa, a los indianistas, de que contradiciendo su propio discurso han “disfrutado de la modernidad” en el gobierno de Morales y en este sentido se les acusa de haber dejado de ser “indios” para convertirse en “mestizos”. Finalmente, dicen, el indianismo “se apagó en la globalización”, que trae un “sistema democrático moderno” que defiende los derechos colectivos de las “etnias”. Según este discurso se trata de “construir igualdades políticas” y no de razas.

Para Walter Benjamin, Baudelaire supo encontrar en el flaneur, aquel individuo que asumió la vida en la modernidad como un héroe, porque “para vivir la modernidad, es menester una constitución heroica” (1992, 167). EL flaneur es aquel héroe que “busca la multitud” y se “oculta en ella” (1992, 137). Para Benjamin una lectura de la modernidad es posible a través de este héroe. En nuestros tiempos de coronavirus nos preguntamos ¿dónde está ese héroe a través de cuyos ojos podamos leer la modernidad y analizar estos discursos enfrentados?

Hoy como en el París del siglo XIX, la gente pasea por las calles en multitud, se dirigen a los centros comerciales como en esa época a los pasajes. Pero si existe un lugar que reúne todas las características de las calles y los pasajes parisinos para un moderno flaneur, ese es el internet.

El internet no es un lugar físico, pero existe de todos modos y en él podemos ver a los demás a través de sus perfiles de redes sociales, a través de lo que cada uno publica de sí mismo, sus videos, sus fotos, sus selfis. Como en los buses de Paris, podemos mirarnos “mutuamente durante largos minutos y hasta horas, pero sin dirigirse la palabra” (Benjamin, 1992, 125).

En esta era del coronavirus los nuevos flaneurs podrían llamarse youtubers, facebookeros, aquellos que se dedican a hacer videos regularmente, a transmitir en vivo desde sus cuartos, desde sus camas, desde sus patios, aquellos que se dedican a tener un público de redes, con miles de seguidores y que se convierten por el solo hecho de su permanencia en las pantallas de nuestros celulares en parte de la opinión pública.

Hemos hablado de dos discursos sobre la realidad social y política de Bolivia, los nuevos colonialistas y los jóvenes aymaras y quechuas, ¿por dónde empezar el análisis? Como dice Benjamin hablando de Baudelaire, hay que “ocuparse de la escoria” (1992, 174). La recomendación va dirigida a los poetas y a los que rebuscan en la basura. Para Foucault la genealogía se debe hacer sobre aquello que “pasa desapercibido” lo “minucioso” (1980, 1). Volvamos a nuestros facebookeros, qué se dice de ellos en los medios de comunicación corporativos (televisión, radio y prensa); se los ningunea, se les pone apodos, se los tacha de drogados, se les insulta, su opinión no es considerada seria, no tienen cabida en las páginas de opinión de los periódicos. Aquí tenemos entonces a lo “desapercibido”, a lo “minucioso”, aquí está, en sentido figurado la “escoria” que debemos estudiar como historiadores o como poetas.

El poder ha hablado en contra de estos nuevos flaneurs, aymaras y quechuas. A uno de ellos, llamado Younn, se le acusó de desinformar a la población porque dijo en un video que él no enfermaría de coronavirus porque come chuño[4] y eso lo hace inmune. A otra facebookera, Deily Ailed JS, también la acusaron de desinformar acerca del coronavirus, porque expresó dudas sobre la veracidad de la pandemia e insinuó que Estados Unidos era el causante de ella. Además, ambos han hecho videos donde defienden a Evo Morales y su gobierno, y llaman a apoyar al MAS[5] en las próximas elecciones. Las autoridades de la policía y el Ministerio del Interior han hecho declaraciones insinuando que se detendría a Younn. Deily Ailed JS queda fuera de su alcance porque vive en España. Estos ataques se inscriben dentro de la realidad racializada de Bolivia.

El racismo es un “racismo de Estado” como dice Foucault (2000, 217), que “va a desarrollarse, en primer lugar, con la colonización, es decir, con el genocidio colonizador” (2000, 232). Desde el siglo XVI en Bolivia y en toda América colonizada por los españoles, “el racismo se inscribió como mecanismo fundamental del poder” (Foucault, 2000, 230).  Este racismo es fundamental para que el poder y la autoridad se pueda ejercer en Bolivia. La autoridad de los “blancos” sobre los “indios” o lo que es lo mismo de los q’aras sobre los aymaras y quechuas, está fundada en el racismo y el orden racializado de la estructura social.

Este poder y esta autoridad para mantenerse debe de producir una ideología, un conjunto de ideas que den estructura a ese nuevo orden: “lo que la ideología tiende a legitimar es la autoridad del orden o del poder” (Ricoeur, 2003, 114). Esta legitimación se hace a través de narraciones: “relatos de fundación, relatos de gloria” (Ricoeur, 2003, 116), en donde los historiadores tienen un rol importante. Los historiadores son los creadores de “la historia oficial, la historia aprendida y celebrada públicamente” (Ricoeur, 2003, 117), ellos no cuentan como dice Todorov la verdad sino el bien (Ricoeur, 2003), es decir aquello que favorece al poder. Esta historia es la que Benjamin dice que son reminiscencias que “no están señaladas con vivencia alguna” (1992, 243). En esta historia el hombre “hace inventario de todo su pasado como capital ya sin valor” es la “autoalienación del hombre”(1992, 290). Son historias que en realidad son máscaras que una vez que se levantan no muestran “el comienzo histórico de las cosas, la identidad aún preservada de su origen” sino  “la discordia y el disparate”(Foucault, 1980, 2)

Con un orden racial, con la autoridad, el poder y una historia que los legitima, los q’aras han generado una identidad nacional. Identidades y memorias dice Muratorio (2005, 133), son “conceptos esencialistas” que se usan para “reclamar derechos colectivos” y “movilizarse políticamente”.

La memoria está ligada a la identidad. La memoria según Ricoeur (2003, 81) “no es solo acoger” es también “hacer algo”, es decir, es el acto de hacer memoria, de recordar, hay una voluntad del individuo, los recuerdos no están sencillamente como tales en el cerebro, se requiere “hacer” los recuerdos. Para cada uno de nosotros este acto de recordar es un “deber de memoria” (Ricoeur, 2003, 119) porque es a través de esa memoria que logramos nuestra identidad personal y a través de esta nuestra identidad colectiva. Muchas veces este trabajo de recordar, no lo hacemos nosotros sino el grupo al que pertenecemos, como dice Halbwachs, hay recuerdos que son del “dominio público” (2011, 141), “sin importar cuan personal sea, la idea que tenemos de nosotros mismos, es la idea que otros tienen de nosotros” (2011, 141), “Los eventos de nuestra vida que son más inmediatos a nosotros, también están grabados en la memoria del grupo cercano a nosotros” (2011, 141), esta es la memoria colectiva. “Cuando considera su propio pasado, el grupo piensa fuertemente que ha permanecido siendo el mismo y se vuelve consciente de su identidad a través del tiempo” (2011, 146).

Ambos bandos: así q’aras como aymaras y quechuas, están construyendo sus propias identidades para ello también construyen su propia memoria colectiva. Deily Ailed JS lo hace a través de la música de Maroyu o de la Nueva luna[6], bailando en los parques de la ciudad española donde vive. Esta joven baila al aire libre como si estuviera en una discoteca o en un salón de fiestas en Cochabamba de dónde proviene. También nos muestra su cuarto, la comida que cocina y principalmente nos da sus opiniones sobre lo que ocurre en Bolivia y promueve la vuelta del MAS y de Evo Morales al poder. No es políticamente correcta y lee los mensajes que le envían en directo sin ningún reparo, muchos de ellos son insultos y siempre tiene una respuesta para todos. Se viste con las mejores ropas que tiene y va intercalando el quechua con el español. Tiene miles de seguidores desde Bolivia, Perú, Chile, Argentina, Brasil y otros países. Muchos le piden que hable en quechua, ella lo hace, pero nunca traduce; “búsquense un traductor” les dice a los que no entienden. Exige que compartan sus transmisiones para así poder aumentar sus seguidores, si no lo hacen amenaza con cortar la transmisión.

La memoria colectiva de la época del coronavirus no será algo reducido al espacio geográfico boliviano, será una memoria boliviana pero vista desde muchos países diferentes. Tampoco será una memoria exclusivamente del aspecto sanitario o de las tragedias personales de la muerte de familiares, será una memoria politizada por los problemas internos de Bolivia a causa de la salida de Morales del gobierno en noviembre de 2019, en medio de una protesta generalizada y el retiro del apoyo de las Fuerzas Armadas.

Ante este despliegue de modernidad, de uso de tecnologías, que hace Deily Ailed JS, las aseveraciones de Franco Gamboa, de que la ideología indianista que encarnó Evo Morales en su gobierno, rechaza todo aquello que tenga que ver con el mundo occidental queda desvirtuado. ¿Deily Ailed JS ha dejado de ser quechua? Tampoco se puede asegurar esto, ya que su discurso va en contra del discurso q’ara. En este sentido ella también se coloca en ese plano bipolar, de la Bolivia dividida en dos, la Bolivia q’ara y la Bolivia aymara y quechua.

La identidad q’ara se va construyendo en base a lo que Franco Gamboa reclama como el “sistema democrático moderno” que construye igualdades políticas pero que olvida la diferenciación racial en la que vive y se estructura la sociedad. También en base al rechazo a todo lo que sea socialismo y al alineamiento con los Estados Unidos como manifiesta Flores.

Son dos memorias colectivas las que se están construyendo. Por su parte Younn, joven aymara de El Alto. Mezcla el contenido de sus videos caseros entre: crítica política reivindicativa del proyecto de Evo Morales, con humor y sátira a los “pititas”[7]. Al igual que Deily Ailed JS, no tiene problemas en desconocer la pandemia de coronavirus y asignarle su aparición a Estados Unidos. Ambos descreen de los medios de comunicación, “¿por qué la televisión solo habla del coronavirus?” se pregunta Deily. Así como Deily se reivindica quechua y habla su idioma, Younn se reivindica aymara cuando indica que la enfermedad del coronavirus no le afectará porque se alimenta con chuño, alimento tradicional aymara.

Deily se viste con la misma ropa con la que se vestiría cualquier chica española de hoy, Younn saca sus ideas para sus videos de películas de Hollywood como Sangre por sangre[8]. No solo no hay un rechazo a lo moderno, sino que hay una apropiación de características y una instrumentalización de los medios, como las redes sociales, en cuyo manejo han igualado a cualquier otro facebookero, no solo de Bolivia, sino del mundo. Otro detalle son los nombres que usan en sus respectivos Facebooks, ambos parecen más a nombres en inglés que a nombres en español o aymara o quechua.

Existe además un grupo denominado Colectivo curva, radicado en El Alto, que mantiene una página de Facebook. Hacen periodismo y organizan entrevistas y debates entre jóvenes aymaras sobre temas políticos. No defienden al gobierno de Evo Morales, ni promueven su retorno, pero sí son críticos con el actual gobierno de Añez. Ante el coronavirus, la prensa y los medios corporativos de Bolivia fustigaron a la población de El Alto como a los más indisciplinados con la cuarentena, les aplicaron todos los denominativos motivados racialmente, desde que la gente de El Alto “son ignorantes”, hasta que son “masistas”. Estos apelativos no se aplican contra los ciudadanos de la zona sur de La Paz[9] cuando quiebran la cuarentena. Se trata de calificativos motivados por una condición racial o étnica. Ante esta situación el Colectivo curva realizó un video donde recorren las calles comerciales de El Alto y dialogan con los vendedores para preguntarles el por qué de su falta de cumplimiento de la cuarentena ordenada por el gobierno. En un diálogo abierto y horizontal entre los jóvenes entrevistadores y los comerciantes se van esclareciendo las razones de esta situación. Además se dialoga con los vendedores de hierbas medicinales y alimentos que fortalecen la salud, dejando que sean los propios vendedores quienes hablen de las propiedades de cada hierba o cada alimento. Todo esto en una mezcla de español y aymara.

¿Cómo debemos hacer la historia de esta época de coronavirus? Con lo que hemos visto, cuidando de no hacer una memoria-repetición con “déficit de crítica” como dice Ricoeur (2003, 109). No debemos buscar esos esencialismos que decía Muratorio. Desde el lado aymara y quechua, seguramente existen discursos esencialistas que quieren preservar prácticas tradicionales y quieren volver al Tahuantinsuyu, como dice Franco Gamboa. Otros querrán volver a otros esencialismos no tan lejanos en el tiempo, pero ya antiguos también, como los esencialismos de la ideología socialista que crítica Flores. Es por eso que debemos de fijarnos en esa “escoria” que decíamos al principio, los jóvenes del internet, los flaneurs aymaras y quechuas de El Alto, de España o de cualquier otro lugar del mundo.

Al hacer una historia de las cosas pequeñas, destruimos la memoria colectiva y la identidad que se están construyendo desde los esencialismos de ambos bandos. No existe un pueblo ignorante, retrogrado, peleado con la modernidad, tampoco es cierto que la solución esté en un sistema democrático moderno, tampoco existe un apego al socialismo. En todo caso es cierta la conflictividad entre las dos Bolivias, pero si logramos destruir la realidad, es decir esa realidad que han construido la historia oficial y la memoria colectiva junto a la identidad nacional, esa máscara que no esconde nada; si usamos a “la historia como parodia y destrucción de la realidad” (Foucault, 1980, 9), es más probable que se vislumbre una solución al conflicto.

BIBLIOGRAFÍA
·         Fuentes
o   Deily Ailed JS. Página de Facebook
o   Younn. Página de Facebook.
o   Colectivo curva. Página de Faceboo.
·         Bibliografía
·         Benjamin, Walter. 1992. “Charles Badeulaire: un lírico en la época del alto capitalismo”. Walter Benjamin, libro I, vol 2, Akal, pp 87-301 
·         Foucault, Michael. 1980. “Nietzche, la Genealogía y la Historia”. Microfísica del Poder, Ediciones La Piqueta, Madrid, pp. 7-29 
·         Foucault, Michael. 2000. Defender la sociedad. México, Fondo de Cultura Económico, pp.  217-238
·         Gamboa Rocabado, Franco. 2020. “El fin y la inutilidad del indianismo”. Página siete, 11 de abril de 2020. https://www.paginasiete.bo/opinion/2020/4/11/el-fin-la-inutilidad-del-indianismo-252341.html
·         Halbwachs, Maurice. 2011. from The Collective Memorie. The Collective Memory Reader, Oxford, p. 139-149.
·         Muratorio, Blanca. 2005. “Historia de vida de una mujer amazónica: intersección de autobiografía, etnografía, historia”. Revista Iconos 22, p 129-135
·         Ricoeur, Paul. 2003. Historia, Memoria y Olvido pp. 81 – 173



[1] Evo Morales, presidente de Bolivia 2006-2019.
[2] Aymaras y quechuas son las dos nacionalidades con mayor población en Bolivia.
[3] Sociólogo, columnista del periódico Página siete.
[4] Chuño: papa deshidratada mediante procedimiento técnico ideado por las culturas andinas.
[5] MAS (Movimiento al Socialismo), partido de Evo Morales.
[6] Maroyu y la Nueva luna, son conjuntos musicales de cumbia, boliviano y argentino respectivamente.
[7] Pititas, es la denominación que se da popularmente al grupo de personas que liderizaron los movimientos sociales para que Evo Morales salga de la presidencia en noviembre de 2019.
[8] Película de 1993, producida por Hollywood Pictures, acerca de una pandilla de chicanos en Los Ángeles.
[9] La zona sur de La Paz es donde se ubican los barrios de gente acomodada.

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