Higiene pública y fiestas populares en La Paz: fracasos hegemónicos en la epidemia de fiebre tifoidea de 1857
A través de la historia,
durante las epidemias, los grupos dominantes han intentado controlar las
expresiones culturales populares, sobre todo aquellas que salen fuera de las
normas civilizatorias. Dentro de sus lógicas hegemónicas ha existido temor de
que las “tendencias innatas de los más pobres [… puedan] constituir una amenaza
para el resto de la sociedad” (Cueto, 2000, 58). Los historiadores aprovechan
estas circunstancias para analizar cuáles fueron esos prejuicios sobre las
clases populares y así entender mejor las complejas relaciones de poder, ya
sean de clase o étnicas (Cueto, 2000). Esto es lo que deseamos entender en el
caso de la epidemia de fiebre tifoidea que se produjo en La Paz en mayo de 1857.
A propósito de la cual las autoridades intentaron prohibir la Fiesta de la
Cruz. Tal disposición fue publicada en el Reglamento de la hijiene para la
fiebre tifoidea (1857) emitido por la Tenencia del Protomedicato de La Paz[1].
En ese tiempo, la
medicina científica estaba instituida en Bolivia por la carrera de Medicina en
la Universidad San Francisco Xavier en Sucre y por el Protomedicato, la
institución estatal encargada de certificar a los médicos para que pudieran
ejercer y que dictaba normas para el mantenimiento de la higiene pública
(Mendizábal, 2002).
Se sabía poco de la
fiebre tifoidea; se desconocía su origen, que hoy sabemos que es una bacteria[2] que se transmite por
alimentos y agua contaminados. Tampoco había un tratamiento específico. El Reglamento
decía que no existía la posibilidad de “formular un plan curativo aplicable a
todos los casos […]” (1857, 4-5). Sin embargo, al mismo tiempo se presentaba
como posible tratamiento al cloruro de sosa de Mr. Labarraque[3],
tras ser utilizado por el Dr. Fernández y tener éxito en una sola paciente (Reglamento,
1857, 7). Es extraño que sin mayor casuística se sugiera su uso, lo que nos
da una idea del bajo desarrollo de la medicina. Este conjunto de deficiencias
favorecía a que hubiera una alta mortalidad.
El Reglamento (1857)
dicta normas de higiene pública que son comunes a otras epidemias de la época
como la del cólera de 1887 (Boletín de la Junta Directiva). Se dispone el aseo
de calles, extinción de lodazales, no vivir con animales en las casas, aseo y
ventilación de las habitaciones y evitar hacinamientos. Se dispone que no se haga
enterramientos en las iglesias sino en el cementerio y que se trasladen los
muertos solo de noche.
Se prescribe el control
de los licores para evitar su adulteración. Se prohíbe la venta de frutas y
legumbres podridas, carnes de animales enfermos y las alteraciones de la leche y
la harina. Como se ve, son medidas generales y no existen medidas específicas como
el lavado de manos con agua y jabón, se entiende debido al bajo nivel de
desarrollo de la medicina en ese tiempo.
Pero lo que llama la
atención son cuatro medidas: prohibición del abuso del consumo de alcohol; prohibición
de los mortuorios[4]
por “el uso del licor que la ignorancia ha introducido en estas ceremonias”; clausura
de las chicherías porque en ellas “se fomenta la beodez y corrupción”; y
finalmente se prohíbe que “en las fiestas públicas haya orgías y crápula,
castigando si fuese posible, a toda persona que en estas se encontrase ebrio. Y
no teniendo otro objeto la próxima fiesta de la Cruz, pondrá todos los medios
posibles para abolirla” (Reglamento, 1857, 2).
La Fiesta de la Cruz era
una fiesta religiosa que duraba tres días seguidos en un barrio marginal. Aunque
era una fiesta de indios y mestizos, también participaban blancos. Sabemos esto
por el relato del viajero H. A. Weddell a su paso por La Paz en 1851 (Weddell,
1853).
[…] los habitantes blancos, que no
tienen más que pocas oportunidades para divertirse iban allí [al lugar de la
fiesta] en multitudes para ver a los indios bailando. Luego, cansados por fin
de ser solo espectadores, ellos comenzaron a bailar también, así que la fiesta
de la Cruz es ahora tanto una fiesta de blancos como de rojos (Weddell, 1853,
165-166).
No obstante, la participación
del estamento blanco o criollo, era común que los periódicos pidieran la
prohibición del evento porque la intelectualidad criolla lo consideraba
“anacrónico, ridículo, ominoso e incluso colonial” (Soux, 2002, 118).
En el Reglamento vemos como
se relaciona la fiesta popular con el consumo de alcohol para desacreditarla.
Se califica estas costumbres como moralmente malas y decadentes con adjetivos
como: costumbres de “ignorantes”; que fomentan la “corrupción”; o porque dan
lugar a “orgías”; es importante notar como con estos calificativos el argumento
se desvía del tema de la epidemia. Estas medidas son propias del higienismo que
fue un “movimiento técnico, cultural y jurídico enfocado en mejorar la calidad
de vida de las ciudades”, originado en Inglaterra a mediados del siglo XIX y que
tenía como propósito encubierto “neutralizar la radicalización obrera y la
creciente agitación social” como dice Ramos (Palomero, 2016, 46-47). En otros
casos de epidemias como la de fiebre amarilla en Perú en 1919-1922 también se
intentó eliminar la costumbre de beber alcohol de los indígenas, con propósitos
civilizatorios (Cueto, 2000). Tanto civilizar como neutralizar la agitación
social, son objetivos que dejan ver los desequilibrios del poder, como dicen
Deavila y Guerrero, las epidemias exponen “las desavenencias internas de la
estructura social” (2016, 64).
El higienismo formó parte
de las herramientas de los grupos dominantes para homogeneizar y controlar el
comportamiento de los grupos subalternos de La Paz. Pero un proceso hegemónico
nunca logra el dominio completo de una población, se mantiene en una constante
negociación en la que al mismo tiempo que se logra ciertos avances existen
retrocesos, es difícil lograr el equilibrio que permite a las élites gobernar.
Los criollos habían
logrado que los indígenas aceptaran el catolicismo y sin embargo, aunque la
fiesta indígena se volvió cristiana, las formas de la celebración seguían
siendo las propias; se cantaba, se bailaba, se bebía por tres días seguidos y
en la calle. Fue con estas formas que las élites desarrollaron una relación
dual; por un lado, participaban de ellas y por otro las consideraban
incivilizadas y querían prohibirlas.
La hegemonía criolla
descansaba, en este caso sobre una institucionalidad médica, que como vimos era
débil, pese al prestigio que tenían los conocimientos científicos. Sus
principales limitaciones eran que no conocía el origen, ni la forma de contagio
de la enfermedad y tampoco tenía un tratamiento específico. Por otro lado, al
participar el mismo estamento criollo en la fiesta, perdía legitimidad y
autoridad para prohibirla. Tal vez sea por estas razones que el intento de
abolir la Fiesta de la Cruz no tuvo éxito. Decimos esto porque en el reglamento
para el control del cólera de 1887 en La Paz (Boletín de la Junta Directiva),
ya no se encuentran medidas contra chicherías, ni fiestas. Una constatación empírica
de estos parciales fracasos hegemónicos criollos es visitar hoy La Paz y ver
como la Fiesta de la Cruz y otras fiestas populares mayores como el Gran Poder se
siguen celebrando con muy pocas variaciones con respecto a 1857.
Bibliografía
Boletín
de la Junta Directiva: higiene y sanidad. 1887. La Paz.
Cueto, Marcos. 2000. El regreso de las epidemias:
salud y sociedad en el Perú del siglo XX. Lima: IEP.
Deavila, Orlando, Lorena Guerrero. 2016. “La ciudad en
los tiempos del cólera: medicina, sociedad, raza y política en la Cartagena de
mediados del siglo XIX”. En La ciudad en tiempos de epidemias. Cartagena
de Indias: Editorial Universitaria.
Mendizábal, Gregorio. 2002. Historia de la salud
pública en Bolivia. La Paz: OPS/OMS.
Palomero, José. 2016. “La importancia del higienismo y
la potabilización del agua en la ciudad de valencia (1860-1910)”. En Investigaciones
geográficas. 65, 45-55. Alicante: Instituto Interuniversitario de
Geografía.
Reglamento
de la higiene para la fiebre tifoidea. 1857. La Paz: Vapor del
Carmen.
Rodríguez,
José, coord. 2013. Diagnóstico y tratamiento médico: green book. Madrid:
Marbán.
Soux,
María Eugenia. 2002. “Música indígena y mestiza en la ilustración y la crónica:
La Paz, siglo XIX”. En Ciencia y cultura. 11. La Paz: UCB.
Weddell, H. A. 1853. Voyage dans le nord de la
Bolivie. Paris: Bertrand.
[1] El
Protomedicato fue una institución colonial, que en la época republicana se actualizó
con el Decreto del 6 de abril de 1830, funcionó hasta 1850 y fue suspendido
hasta 1859 (Mendizábal, 2002). En este periodo 1850-1859, siguieron funcionando
los Tenientes del Protomedicato en cada departamento. Esta instancia es la que
emite el Reglamento. A pesar de que no existe una referencia directa a este
tribunal, le atribuimos su autoría porque contamos con la referencia de otra
publicación las: Reflecciones acerca de la nosografía de la epidemia
reinante por los individuos de la Tenencia del protomedicato, La Paz 1856,
firmada por Salinas y Cornejo, mismos que firman el Reglamento que revisamos.
[2] Salmonella
typhi,y Salmonella paratyphi principalmente (Rodríguez, 2013, 713).
[3]
Compuesto que se usaba para el escorbuto, según el propio Reglamento.
[4]
Velorios.
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